Hay controvercias sobre este tema, Suetonio (70 d.C. - 126 d.C.), uno de los historiadores más famosos asegura que el emperador romano Nerón incendió la ciudad pero Tácito (55 d.C. - 120 d.C.) otro historiador de la época afirma que no lo hizó. ¿A quién creerle?
En primer lugar Nerón no se encontraba en Roma en el momento en que se desató el incendio. Desde luego en un juicio esta prueba no se consideraría concluyente, puesto que lo habría encargado a alguien, pero si desmonta la leyenda de que quería ver el espectáculo de Roma ardiendo. Tácito relata que Nerón se encontraba a unos 50 km al sur de Roma en la ciudad de Antium cuando se originó el incendio.
Según Tácito Nerón pago de sus “propio bolsillo” la reconstrucción de Roma y además esta reconstrucción se hizo de ladrillo y no en madera. Lo cual demostraba su interés por mantener a la ciudad en buenas condiciones
También según Tácito se ocupó de aquellas personas que se habían quedado sin hogar albergándolas en los jardines de su propio palacio y dándoles alimentos.
Los cristianos confesaron el incendio . Aunque seguramente lo hicieron por ser sometidos a tortura.
Los barrios estaban superpoblados y las casas eran de madera lo cual hacía que un pequeño accidente se pudiera convertir en una catástrofe.
Puntos para condenar a Nerón:
ExceptoTácito el resto de historiadores de la época como Plinio el viejo o Suetonio indican que Nerón lo provocó.
También según Plinio y Suetonio a Nerón no le gustaba la Roma de la época , detestaba sus construcciones de madera y sus calles estrechas.
Aumentó los impuestos de las provincias imperiales para llevar a cabo la reconstrucción.
Suetonio indica que Nerón tocaba la lira mientras veía como la ciudad se quemaba.
Hoy en día se tiende a creer que Nerón no incendió Roma. Un único apunte antes de terminar, Plinio y Suetonio nacen en el año 69, es decir tenían 5 años cuando se desató el incendio, mientras que Tácito era algo más mayor, contaba con unos 10 años.
Las últimas investigaciones sobre la persona del emperador dan una imagen muy diferente al loco mitómano que todos evocamos al pensar en Nerón. Según parece cuando ardió la ciudad estaba de vacaciones a 50 Km de Roma muy cerca de su ciudad natal y volvió a la capital al enterarse de la tragedia. Tomó medidas inmediatas como enviar al ejército a sofocar las llamas, presto atención a los más perjudicados alojándolos provisionalmente en edificios públicos y abarató los precios de los productos básicos para ayudar a los más desfavorecidos.
Un punto a su favor y que contribuye a olvidar nuestra anterior imagen de Nerón es la veneración de demostraron por él las clases populares incluso después de su muerte. Cuesta creer que esto fuese así si sospechasen de él como incendiario ¿no creéis?
Todos los grandes personajes de la historia se han tenido que enfrentar a diferentes conspiraciones contra su persona que en el caso de Nerón fue la “conspiración pisónica“. Senadores hostiles al máximo gobernante romano difundieron rumores que ensuciaban a su persona y que bien pudieron ser el origen de la leyenda negra en torno a él.
Pero si el emperador no quemó Roma ¿quién lo hizo? Hay diversas hipótesis una la causa accidental. Yo no creo en casualidades y sería bastante curioso que la destrucción de la ciudad (19 de Julio del 64) coincidiera exactamente el mismo día que también fue destruida la ciudad por los galos a fines del siglo IV aC (390 o 387 aC). Lo que está claro es que es una fecha simbológica elegida con precisión y por ello hay historiadores como Gerhard Baudy que tienen la teoría de que realmente fueron los cristianos los que provocaron el incendio. El emperador fue el primer perseguidor de cristianos, es cierto, pero cuando la justicia los buscó después del incendio hace pensar que tenía sus motivos de sospecha para ello.
Si realmente querian crear problemas a Nerón lo consiguieron, la reconstrucción de la ciudad costó tanto que se explotaron hasta la saciedad a muchas de las provincias lo que provocó numerosos enfrentamientos destacando el de Judea en el año 70.
De la naturaleza de las cosas es el único ejemplo de épica científica que nos ha llegado de la Antigüedad: expone la doctrina física del epicureísmo. Su autor, Tito Lucrecio (h. 99 a. C. - h. 55 a. C.), adaptó el metro latino a la divulgación científica, componiendo “versos claros sobre una cosa oscura”.
ESCUCHA LAS VERDADES QUE ME FALTA…
Escucha las verdades que me falta
hacerte conocer por modo claro.
Bien conozco que son bastante oscuras;
pero mi corazón ha sacudido
con fuerte tirso la esperanza grande
de gloria, y juntamente ha derramado
suave amor de las musas en mi pecho;
del que agitado con briosa mente
recorro los lugares apartados,
de las Piérides antes nunca hollados:
agrádame acercarme a fuentes puras,
y agotarlas bebiendo, y nuevas flores
agrádame coger para guirnalda
insigne con que ciña mi cabeza
de un modo que las musas a ninguno
hayan antes las sienes adornado:
primero, porque enseño grandes cosas,
de la superstición rompo los lazos
anudados que el ánimo oprimían
después, porque compongo versos claros
sobre una cosa oscura, realzando
con poética gracia mis escritos.
De la razón en esto no me aparto:
así, cuando los médicos intentan
hacer beber a un niño amargo ajenjo,
los bordes de la copa untan primero
con el licor de miel dulce y dorado,
para que, seduciendo y engañando
la impróvida niñez, hasta los labios
el amargo brebaje apure en tanto
y engañado no muera, sino que antes
convaleciendo así se restablezca;
del mismo modo, porque las más veces
parece trato yo de asuntos tristes
para aquellos que no han jamás pensado,
y que al vulgo disgustan de los hombres,
con el suave canto de las musas
quise explicarte mi sistema todo
y enmelarte con música pieria,
por si acaso pudiera de este modo
tenerte seducido con mis versos,
hasta que entera y fiel Naturaleza
sin velo ante tus ojos se presente.
De la naturaleza de las cosas, I, fragmento. Traducción de José Marchena.
NUNC AGE, QUOD SUPER EST, COGNOSCE ET CLARIUS AUDI…
Nunc age, quod super est, cognosce et clarius audi.
nec me animi fallit quam sint obscura; sed acri
percussit thyrso laudis spes magna meum cor
et simul incussit suavem mi in pectus amorem
Musarum, quo nunc instinctus mente vigenti
avia Pieridum peragro loca nullius ante
trita solo. iuvat integros accedere fontis
atque haurire iuvatque novos decerpere flores
insignemque meo capiti petere inde coronam,
unde prius nulli velarint tempora Musae;
primum quod magnis doceo de rebus et artis
religionum animum nodis exsolvere pergo,
deinde quod obscura de re tam lucida pango
carmina musaeo contingens cuncta lepore.
id quoque enim non ab nulla ratione videtur;
sed vel uti pueris absinthia taetra medentes
cum dare conantur, prius oras pocula circum
contingunt mellis dulci flavoque liquore,
ut puerorum aetas inprovida ludificetur
labrorum tenus, interea perpotet amarum
absinthi laticem deceptaque non capiatur,
sed potius tali facto recreata valescat,
sic ego nunc, quoniam haec ratio plerumque videtur
tristior esse quibus non est tractata, retroque
volgus abhorret ab hac, volui tibi suaviloquenti
carmine Pierio rationem exponere nostram
et quasi musaeo dulci contingere melle,
si tibi forte animum tali ratione tenere
versibus in nostris possem, dum perspicis omnem
naturam rerum, qua constet compta figura.
De rerum natura, I, vv. 921-950.
MÚSICA INSPIRADA EN LUCRECIO
Esta pieza se inspiró en la obra La naturaleza de las cosas
Su origen (el del Centauro)para algunos, se remonta a Ixico rey de
Tesalia quien al ver su reino aterrorizado por unos toros bravos, ofreció una
recompensa a quienes fueran capaces de destruirlos. Una "raza de hombres
llamados centauros" cogieron los toros, los mataron y se quedaron a vivir
en cuevas localizadas en el Monte Pelion.
Más explicativo es Píndaro en su Pítica Segunda
cuando narra el origen de los centauros y los hace descendientes de Ixión
(quien “por orden de los dioses (...) extendido sobre la rueda que lo arrastra
en su rápido girar, no cesa de repetir a los mortales: “Pensad en pagar a
vuestros bienhechorescon una generosa
correspondencia” .). De Ixión y Nefele (La Nube) nació Centauro un hijo “tan soberbio como
su padre”, las Gracias no ayudaron en el parto y por eso fue odiado por los
hombres. Dice Píndaro que, más tarde “se unió en los Valles del Pelion con las
yeguas de Tracia, y de este himeneo nació una raza monstruosa, a la vez
parecida a su padre por la parte alta de su cuerpo, y a su madre por la parte
baja” (Cfr. Pítica Segunda)
Míticamente en Grecia, el Centauro fue pensado
como un ser inteligente pero con instinto animal y brutal, sensuales y
primitivos; consumidores de carne cruda y cazadores que utilizaban palos y
piedras para hacerlo. En la tradición estuvieron enfrentados a la tribu Lapita.
Se les consideraba animales salvajes de pelo erizado que habitaban las montañas
de Tesalia -en el Monte Ossa– según se afirma en la Iliada; con una gran
facilidad para embriagarse y luego raptar doncellas; a propósito de su
embriaguez, Píndaro el poeta lírico griego escribió:
“Cuando los Centauros conocieron el poder
oculto del vino dulce como la miel, domador de los hombres, rechazaron de sus
mesas la leche blanca, se apresuraron a beber el vino en los cuernos de plata,
y perdieron la razón”
Solamente
Quirón y Folo escaparán a la naturaleza salvaje propia de los Centauros: serán
apacibles y hospitalarios con los humanos
El primer registro de un artista famoso
corresponde a Píndaro, que vivió entre el 522 y el 443 A.C. Sus odas componen un
enorme repertorio de diecisiete libros, entre los que se encuentran himnos,
lamentos, música de victoria, teatro, y hasta música para bailar. Las odas de
Píndaro eran pagadas por clientes que deseaban utilizarlas para motivos
diversos, y su casa era visitada por sacerdotes, personajes de todo tipo y
hasta reyes como Alejandro Magno. A partir de Píndaro, la música se convirtió
en un fenómeno de difusión cada vez mayor, y vivir de la música suponía
diferentes modelos de negocio que nos comienzan a resultar familiares: podías
componer, y recibir, como Píndaro, un pago por tus obras, que podían
interpretar otros. Podías interpretar, viajando de un lugar a otro, y recibir
un pago por tu interpretación, contribuyendo además a la difusión de las obras.
Y podías enseñar el arte de tocar instrumentos a otros que deseaban aprenderlo
y te pagaban por tus lecciones, como quien enseña cualquier otra materia.
A continuación mostraré varias imágenes de Otto van Veen (1556 - 1634) quien realizó un álbum emblemático de imágenes sobre la poesía de horacio y otros poetas:
El Satiricón es una obra antigua que se le atribuye a
Petronio. Es una colección de fragmentos que se reunieron en tres siglos de
búsqueda. El texto sobrevivió a la Edad Media, aunque escondido de la vista
pública debido al tema y a sus orígenes paganos. El primer manuscrito de
Petronio apareció en 1476 y se publicó en Milán, en 1482. Casi un siglo
después, en 1564, se encontró un conjunto de fragmentos que, junto con los
anteriores, dan lugar a varias ediciones en las que ya se tiene una forma
definida, pero con grandes huecos y lagunas. Un siglo más tarde, en la
biblioteca de Nicolás Cippio, en Traur, Yugoslavia, se encontraron otros
fragmentos que concuerdan con el original y que dan lugar a la versión más
completa que se puede leer. Sin embargo en la versión hacen falta el principio
y el final, ya que son los elementos que más se manejan de cualquier libro.
Es una
obra altamente significativa en la literatura universal, principalmente en el
occidente, pues se trata de una de las primeras narraciones que adopta la forma
de lo que llamamos “novela”, que no era nada común en la antigüedad clásica. El
Satiricón resulta especial porque su estructura narrativa es novedosa a la
época y porque es la primera obra que ironiza las costumbres y los valores
sociales de la época, en un tono que se ha cultivado hasta la fecha: el
satírico o picaresco. Este género no fue inventado por Petronio, él sigue la tradición
de Horacio, quien publicó dos obras poemáticas tituladas Sátiras, entendiéndose que se trata de mostrar los excesos de la
conducta humana, pues en latín el término “satyra” significa algo que se ha
colmado o está repleto. Esta literatura, la de Horacio, es más bien
moralizante, lo que no concuerda con la intención sarcástica de Petronio, que
es abiertamente sensualista, divertida e irónica; lo que es perfectamente
congruente con lo que hoy conocemos como satírico o picaresco, por lo que puede
considerarse a Petronio como el padre de este género.
La personalidad de Petronio ha sido un enigma que resolver,
ya que se sabe muy poco del autor, aunque de esos datos se puede deducir una
historia tan interesante como la ficción de su obra. Petronio fue un verdadero
“sibarita”, un paradigma del “buen vivir”. Es por ello que se dice que Nerón,
el César, le adjudicó un título que nadie ha tenido después de él: Arbiter Elegantiae (árbitro de la
elegancia), lo que en época de Nerón nada tenía que ver con las ropas o el
mobiliario sino con una manera de ser y un estilo de vivir esencialmente
“elegante”, una extraordinaria inteligencia y sentido del humor creativo,
brillante, cínico y profundo en su pensamiento, pero hedonista en conducta. Su
fecha de nacimiento se puede aproximar entre los años 14 y 27 d.C. y fallecido
en el 65. Su obra apareció aproximadamente en el año 60 y se dice que fue
escrita como una respuesta irónica al hecho de haber sido condenado a muerte
por el emperador, sentencia que se ejecutó en efecto, según la costumbre de los
patricios romanos, o sea por propia mano. El sentido de humor de Petronio
llegaba a tal extremo que organizó una fiesta para quitarse la vida, cortándose
las venas y volviéndolas a cerrar para continuar disfrutando. La sentencia a
muerte de Petronio se debió a causa de la envidia y la intriga de otros
personajes de la corte, y fue acusado de tener amistad con uno de los
participantes en la conjura de Pisón.
Es difícil hallar pruebas de la influencia de Petronio en la
literatura posterior. A partir del siglo XVI, más bien hacia final del mismo,
parece que empiezan a circular por Europa sucesivas ediciones de los
fragmentos, hasta entonces descubiertos, del Satiricón. Según el erudito del
siglo XIX Menéndez y Pelayo, la influencia de Petronio en la literatura
española es prácticamente nula. El primer escritor español que cita
expresamente a Petronio es Quevedo, que alaba el estilo del escritor latino y
lo considera entre los más grandes escritores de la antigüedad.
El
lenguaje utilizado por Petronio ha sido objeto de interesante estudio para los
filólogos, pues a pesar de que el narrador se expresa en el mejor latín, los
personajes se expresan en lenguaje coloquial, lo que da elementos valiosos para
rastrear los orígenes de las lenguas romances que se desarrollaron a partir de
la lengua viva y vulgar, no del latín erudito en el que se escribía la mayor
parte de las obras. Este tono coloquial es valioso debido a que parte de la
observación de la vida real, de la cotidianidad social y de la manera de ser y
sentir de la gente común.
El relato principal narra las aventuras de los personales
principales Encolpio y Gitón, su amante para los que su único fin de vivir es
disfrutar de cuanto placer puedan.
La obra
se compone de varios fragmentos, entre ellos la cena de Trimalción, fragmento
que se encuentra íntegro; en el que se narra todas las extravagancias de vida y
costumbres de un liberto vuelto rico. Petronio logra retratar de manera muy
fiel los rasgos del hombre rico y ostentoso de la época que derrocha su fortuna
para disfrutar mientras la salud se lo permita todo lo que le ha sido dado.
Características que ironiza el autor de este ridículo personaje son su
ignorancia y los detalles que lo muestran engreído. En este banquete, Trimalción
recita un poema lleno de elegantes metáforas para explicar un plato que fue
servido y hace referencia al zodiaco. Se puede leer: “Bajo el signo de Géminis
nacen los que gustan de aparejarse como los caballos de un carro, los bueyes de
un arado y los testículos. Estos gustan de los dos sexos sin distinción.”
Otros fragmentos incluyen a un personaje llamado Eumolpo,
que es un viejo, poeta que gusta de lanzar sus composiciones al aire en
momentos inoportunos y de temas incongruentes, llevándolo a parecer un tanto
loco. De sus intervenciones puede rescatarse dos poemas que Petronio le
atribuye, La destrucción de Troya y Guerra Civil. El estilo poético que
Petronio utiliza es muy parecido al de Ovidio.
En el Satiricón, Petronio deja ver su opinión sobre la
literatura y sus cánones de poética. En el siguiente fragmento mencionado por
Eumolpo enumera algunos de los elementos importantes de la poética de Horacio,
por ejemplo: la unidad de conjunto, el valor del lenguaje, y el tono de la
obra.
“Es preciso evitar pues, y ante todo, lo que podremos llamar
la trivialidad de expresión y no emplear sino términos que no use el populacho.
[…] Hay que evitar, además, los pensamientos que parecen separarse del cuerpo
de la obra […]”
También mencionado por Eumolpo, Petronio da valor a las bellezas
del estilo refiriéndose a las figuras y licencias poéticas. Menciona, también
Eumolpo, “el profético delirio de un inspirado.” para referirse a la fuente de
la inspiración y del proceso creativo literario.
De la poética de Aristóteles se pueden extraer los conceptos
de artes útiles y bellas y de la mímesis con la que tenía que cumplir el arte.
Estos elementos exaltados por Petronio en su obra en el siguiente fragmento:
“El afán de riquezas. […] En la vida de nuestros antepasados, cuando tan sólo
el verdadero mérito era honrado, florecían las artes liberales y una noble
emulación empujaba a los hombres a sacar de la sombra aquellos descubrimientos
que pudieran ser útiles en los siglos venideros.”
Por último, Petronio exalta el valor de la literatura y de
los literatos en su obra, mismo que se refleja en la frase exclamada por
Trimalción en su banquete: “Ahora díganme: ¿cuál es, a vuestro juicio, el
oficio más difícil después del de las letras?”
La aparente trivialidad de Petronio está llena de agudeza y
humor y por ello alcanza un mayor grado de profundidad y verosimilitud cuando
se trata de recrear la realidad humana con el ánimo de entenderla en su
dimensión concreta, para producir una reflexión, pues en estas historias nos vemos
reflejados de una manera más directa que en la epopeya o el mito.
Bibliografía.
• Petronio, El Satiricón, (2002) Grupo Tomo Editoral : México. • Alcina Keith, Victoria, La oralidad perdida en las traducciones de El Satiricón de Petronio. (2010) Universitat Pompeu Fabra : Barcelona. • Mares, Roberto, El Satiricón (prólogo), (2002) Grupo Tomo Editoral : México. • http://es.wikipedia.org/wiki/El_Satiricón • http://tlamatzinco.blogspot.mx/2010/11/petronio-y-el-satiricon.html • http://www.islaternura.com/ARINCONES/Literarios/CLASICOSliterarios/SATIRICON/SATIRICONautor.htm • http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69979 • http://es.wikipedia.org/wiki/Petronio • http://www.culturaclasica.com/literatura/novela_romana.htm
Apuleyo (en ocasiones conocido también como Lucio Apuleyo) fue el escritor
romano más importante del siglo II, admirado en vida y después de su muerte.
Nació en Madaura, una zona alejada de los principales centros culturales
romanos. Su padre era un magistrado que alcanzó el rango de alcalde. Apuleyo
heredó de él una gran fortuna.
Comenzó a estudiar en
Cartago y luego se desplazó a Atenas
donde se familiarizó con la filosofía platónica. Deseoso de conocimientos,
Apuleyo se adentró en la filosofía, la
religión, la ciencia y la retórica. Viajó por Roma, Asia menor y Egipto para
continuar con sus estudios. En su obra se encuentran títulos como: Sobre el daimon de Sócrates, Flórida, Sobre
Platón y su doctrina, Sobre el mundo y su obra más conocida, El asno de oro.
El
asno de oro es la única novela
romana completa y narra cómo el joven Lucio (de esta obra se toma el nombre
Lucio, aunque no se sabe nada con certeza) es convertido por obra de un hechizo
fallido. La obra trata —con tono imaginativo, irreverente y divertido— las
aventuras de Lucio, metamorfoseado en asno. Él no ha perdido sus facultades
mentales, a excepción del habla, y en esta forma ve y oye gran número de cosas
extrañas, hasta que Isis le devuelve la forma humana.
Publio Terencio Africano fue un autor de comedias durante
la república Romana. Sus comedias se estrenaron entre 170 y 160 a.C. Escribió
seis obras, de las que se conservan todas.
Su origen
fue bereber, nació como esclavo romano y fue liberado por sus extraordinarias
cualidades. Por su edad aproximada y su sobrenombre —Afer—, se supone que nació
en Cartago. Trabajó para escribir en latín convencional con un estilo agradable
y directo según los estudiosos. Se codeó con el grupo de los Escipiones, lo que
le trajo bastantes enemistades.
La obra
de Terencio se caracteriza por el manejo de la sátira, ligera e ingeniosa, la
sustitución de los chistes y los juegos de palabras con su humor basado en situaciones hilarantes por su
dominio sutil de la trama y los personajes. Las seis obras que escribió
Terencio son: Los hermanos, El eunuco, Formión, El atormentador de sí
mismo, La suegra y La Andriana.
Tito Maccio Plauto (251 a.C.-184 a.C.) fue un
comediógrafo latino. Vivió un momento histórico muy revuelto: la segunda guerra
Púnica y la primera intervención romana en Grecia y el oriente Helenístico. Los
datos sobre su vida son inciertos, pero se cree que trabajó en Roma durante su
juventud en una compañía teatral, fue comerciante y, al arruinarse su negocio,
tuvo que empujar la piedra de un molino, momento que aprovechó para comenzar a
escribir sus comedias.
Sus
comedias comenzaron a representarse en Roma a partir del 210 a.C. y tuvieron
enorme éxito, lo que le valió para salir del molino y concentrarse en su nuevo
oficio. Murió rico y con más de sesenta años.
Se le
atribuyeron hasta 130 obras, pero después de una depuración, se redujeron sólo
21, las que se consideran auténticas, pues, separó del grupo inicial algunas
que pertenecían a sus imitadores. Se conserva casi la totalidad de su sobra,
exceptuando Vidularía que se encuentra gravemente dañada.
Plauto se
inspiró en la comedia nueva griega (Menandro, Dífilo, Filemón, entre otros) y,
en ocasiones, se vio obligado a agregar un pequeño prólogo para explicar los
argumentos complejos. Hace uso de un rico lenguaje de nivel coloquial que no
elude a la obscenidad y la grosería entre retruécanos.
Jenofonte (431 a. C.- 354 a. C.) nació en las cercanías
de Atenas, en el Ática, durante la segunda mitad del siglo V a. C., en el seno
de una familia acomodada. Participó en la guerra del Peloponeso, siendo parte
de las fuerzas ecuestres. Fue discípulo de Sócrates y escribió diálogos
inspirados en él. Durante el gobierno de los treinta tiranos se unió a un grupo
de mercenarios, contratados por el príncipe persa Ciro el joven, que se
dirigían a Persia para enfrentar a Artajerjes II, rey de Persia y hermano de
Ciro. Esta expedición fue conocida como la Expedición
de los diez mil. Ya en Persia le fue dada muerte a Ciro y la expedición fue
abandonada a su suerte, haciéndose cargo de ella Clearco. Después, los
comandantes griegos, fueron decapitados a traición por el enemigo y los griegos
tuvieron que elegir otros, entre ellos se encontraba el propio Jenofonte, el
cual guió el retorno a Grecia. Jenofonte escribió un relato de esta expedición
y lo nombró Anábasis.
La Anábasis, es la obra más conocida de Jenofonte, fue escrita en
tercera persona y posee gran interés histórico, sin dejar de lado algunos
pasajes emotivos.
Algunas otras obras de Jenofonte son: Ciropedia, una semblanza de Ciro el joven; Hélenicas, donde cuenta la historia de la guerra del Peloponeso; Apología de Sócrates; El Banquete; La
constitución de los lacedemonios; entre
otras
Arquíloco,
originario de la isla de Paros, es un creador de poesía por excelencia, de
quien se considera que nació con el don poético. Los griegos creían que
aquellos que tuvieran esta disposición para las letras reflejaban en sí mismos
el mayor ideal de su cultura: la áretē. Del mismo modo, la poesía de Arquíloco
buscaba dirigir la mirada a su propio yo, a sus propios sentimientos y
pensamientos; eso era lo más importante, lo demás sólo consistía en expresarla
a los otros. El poeta también es considerado el puente entre la épica y la
lírica, ya que rompe con el canto de los héroes homéricos; sin embargo, su
pensamiento está en la misma línea que sus sucesores, pues la historia de la
poesía lo reconoce como un lírico griego.
De padre noble y madre esclava, perdió
su fortuna y estuvo arruinado durante gran parte de su vida, e incluso tuvo que
trabajar como mercenario para subsistir. Rechazado por la sociedad y por su
amada, Neobule, hizo de ello tema de su poesía, cruda y satírica, siendo el
primer poeta de la Antigüedad en tomar la propia vida como referente poético.
Su poesía es de gran sinceridad, y destaca formalmente por el uso del metro
yámbico para temas satíricos, razón por la cual se le considera uno de los
principales renovadores de esta forma. Sus Yambos fueron prohibidos en Esparta,
ya que iban dirigidos a Neobule y a su padre, y le acusaron de haber inducido a
ambos al suicidio. También escribió himnos y elegías, pero del total de su obra
sólo se han conservado algunos fragmentos.
Arquíloco se
nos presenta como poeta soldado, alguien que vivía de la guerra mientras
cultivaba la poesía.
Soy un servidor del soberano
Enialio
conocedor del amable don de las Musas.
De mi lanza depende el pan que
como, de mi lanza
el vino de Ismaro. Apoyado en mi lanza bebo.
Arquíloco fue
lo que llamaríamos hoy un apátrida, un libertino, un mercenario, un siervo de
nadie y un cínico (en el sentido filosófico de la palabra). Un moralista avant
la lettre que dedicó su vida a corroer las costumbres sociales, a hacer sátira
y poner en duda lo que nadie osaba, por costumbre o para no meterse en líos,
reprochar.
En la breve
composición publicada, Arquíloco, a quien se atribuye la invención del yambo
(verso vulgar, nada aristocrático, pero punzante y satírico), da muestras de
una fe de vida mesurada y Hedonista, de un conocimiento lucidísimo del espíritu
humano y de la libertad individual.
Expresión de los sentimientos, de las circunstancias personales, se rebela, es una visión distinta a la de la épica, donde el héroe jamás hubiera dado la espalda al enemigo.
Un tracio es quien lleva, ufano, mi escudo: lo eché, sin pensarlo, junto a un arbusto, al buen arnés sin reproche, pero yo me salvé. ¿Qué me importa, a mí, aquel escudo? ¡Bah! Lo vuelvo a comprar que no sea peor.